¿Quién no se ha levantado alguna vez con un color de cara poco deseable después de una mala noche? ¿Muchos días sin salir de casa han provocado que tus niveles de melanina caigan en picado y parezcas salido de una película de terror? ¡No pasa nada! Nuestro amigo el colorete conseguirá darnos ese toque de rubor suficiente para volver a tener buena cara.
Pero si eres de esas personas que no se atreve a usarlo por miedo a acabar pareciéndote a algún personaje de dibujos de tu infancia, ¡no temas! En este post te contamos los diferentes tipos de coloretes que puedes utilizar, cómo y dónde aplicarlos.
Historia del colorete:
Se trata de un producto de maquillaje, generalmente en forma de polvos rojizos compactos, que se aplica sobre las mejillas y/o pómulos, para proporcionar color al rostro.
Este producto de maquillaje también es conocido en algunos países o zonas geográficas como rubor, dado que se utiliza para simular el color natural que el sonrojo de una persona provoca en las mejillas de esta.
A lo largo de la historia se han utilizado diferentes productos de origen natural para conseguir el tan deseado rubor de mejillas. Ejemplo de ello es el uso del polen o azafrán por parte de la clase alta romana, o incluso de los posos del vino por parte de la clase social peor posicionada.
Y es que este producto de maquillaje llegó a provocar una auténtica tendencia durante el reinado de Luis XIV en Francia. Entre la corte del rey se puso de moda el colorete, haciendo un gran contraste junto a los pálidos maquillajes que en aquella época eran usados por las mujeres de la alta sociedad. El rubor en las mejillas de las cortesanas francesas era señal de buena salud, aunque su significado fue cambiando según su uso se fue extendiendo.
Su uso acabó yendo fuertemente ligado a la intención de la mujer que lo usaba. Y es que cuanto más marcado y de tonos más rojizos, mayor provocación se quería causar sobre el género masculino, llegando a ser sinónimo de lascivia e indecencia por parte de la señorita que hacía uso de él. De este modo, una dama de la corte francesa del siglo XVII empezaba a hacer un uso moderado del colorete como señal de buena salud, continuaba aplicándolo en mayor concentración cuando quería indicar que tenía intenciones amorosas con algún caballero, maximizaba su pigmentación cuando quería mostrarle al caballero sus deseos lujuriosos, y acababa eliminándolo de su maquillaje de rostro habitual tras una decepción amorosa.
En la actualidad, el uso del colorete vuelve a evocarnos esa idea de buena salud y buen aspecto, motivo por el cual es un producto imprescindible en nuestros make-ups más básicos. Sin olvidar que el toque de colorete provoca la idea en quien nos mira de ese sutil rubor “inocente”.
Tipos de colorete:
Y aunque hemos visto que en la antigüedad se hacía uso de productos naturales para conseguir ese colorete artificial en los rostros, hoy en día podemos encontrar productos de maquillaje específicos que nos proporcionan el toque de rubor que buscamos, ya que se ha convertido en un producto de maquillaje imprescindible.
Por este motivo es por el cual las marcas de cosmética y maquillaje se han especializado tanto en él, que podemos encontrarlo en diferentes formatos y tonalidades.
En cuanto a la textura, podemos encontrar colorete en polvo y colorete en crema con acabado colorete líquido, mousse o incluso colorete en barra.
El colorete en polvo es el más tradicional de todos, dado que fue el primer formato en el cual empezó a comercializarse este producto. Se trata de polvos pigmentados compactos en un envase de fácil transporte, usualmente acompañados de una pequeña brocha para facilitar su aplicación.
Pero el colorete en crema se ha puesto de moda esta temporada debido a la facilidad de aplicación que proporciona, ya que se puede aplicar tanto con una brocha de colorete, con blender como incluso con tus propias yemas de los dedos, por no hablar de la gran pigmentación y duración que ofrece.
Este tipo de colorete en crema lo podemos encontrar en diferentes formatos, dependiendo de su fluidez y densidad: colorete líquido, colorete en barra o stick y colorete en mousse.
Y sin embargo, independientemente del formato en el que nos venga presentado, el colorete en crema tiene diferentes acabados, como es el acabado en polvo o por el contrario el acabado aterciopelado sin efecto empolvado.
El colorete líquido por su parte viene envasado en un pequeño tubo, dado que su textura no permite envasarlo en otro tipo de recipiente. Este colorete ofrece una mayor duración que el formato en polvo, dado que su impregnación en el rostro es mayor ya que se trata de un colorete en crema con textura más fundente. A su vez, puede llegar a proporcionar un efecto óptico más pigmentado debido a este motivo, utilizando menor cantidad de producto. Este formato de colorete se aconseja aplicarlo con ayuda de una esponjilla tipo blender, o incluso con la yema del dedo a suaves toquecitos.
El colorete en barra o stick también proporciona una larga duración debido a su modo de aplicación, usualmente con texturas de crema en polvo, es decir, una textura intermedia entre el colorete en polvo y el colorete líquido. En esta ocasión, su formato lo hace un producto idóneo para pequeños retoques a lo largo del día, debido a su fácil transporte y aplicación, dado que no se requiere de ningún accesorio para aplicarlo, pudiendo difuminar su acabado con la propia yema del dedo.
El colorete en crema o mousse es de textura similar al líquido, pero algo más espeso. Su envase se asemeja al de una polvera o sombra y su aplicación, al igual que el colorete líquido pude ser con blender o con la yema del dedo.
Pero si todos estos tipos de colorete tienen algo en común es que todos ellos disponen de diferentes tonalidades.
Podemos encontrar coloretes en tono universal. Esta tonalidad está indicada para todo tipo de pieles, proporcionando un aspecto de buena cara sin importar si la persona poseé un rostro más rosado o si su bronceado es mayor o menor, luciendo un colorete natural.
Pero si entramos en tonalidades concretas, los más populares son los tonos rosas, corales o amelocotonados y tierra o marrones, como los que puedes encontrar en el colorete Dior Rouge Blush.
Los tonos rosados suelen ser idóneos para pieles frías, las cuales tienden a ruborizarse con facilidad con tonalidades sonrosadas y sus venas son azuladas.
Por su parte los tonos corales, anaranjados o melocotones suelen ser idóneos para pieles cálidas. Este tipo de pieles tienen venas de colores verdosos y su bronceado suele ser más dorado y de mayor duración que en las pieles frías.
Sin embargo, las pieles neutras pueden optar por cualquier tono, incluyendo los colores marrones y tierras.
Cómo y dónde se aplica el colorete:
Puede que el colorete sea uno de esos productos de maquillaje que llevas años utilizando, o que seas de esas personas que no se atreve a utilizarlo por miedo a no saber cómo hacerlo.
El truco está en aplicarlo sobre la zona exacta para dar el aspecto jugoso y luminoso que todo el mundeo desea para sus mejillas.
Para ello deberás primero localizar el punto indicado. Mírate frente al espejo y traza una línea imaginaria desde el centro de tu ojo hacia tu mentón. Ahora cruza dicha línea imaginaria con otra desde la aleta de tu nariz hacia tu oreja. En el punto en el que se crucen ambas líneas es desde donde deberás empezar a aplicar el colorete. Para remarcar dicha zona y asegurarte de haber localizado el punto correcto sonríe. La parte más abultada y carnosa de tu pómulo al sonreír ampliamente es el lugar exacto en el cual maquillar el colorete.
Deberás extenderlo desde ese punto hacia la sien, siguiendo la forma de tu hueso cigomático o hueso malar (pómulo). Te recomendamos que hagas trazos ligeros y concisos y que no titubees a la hora de marcarlos. Una vez aplicados los trazos, con la misma brocha, blender o incluso con las yemas de los dedos dependiendo del tipo de colorete que uses, difumínalo haciendo círculos de forma ascendente, proporcionando esa jugosidad a tu pómulo.
Pero si lo que quieres es perfeccionar tu técnica a la hora de aplicar el colorete, te contamos un par de trucos que marcar un antes y un después en el maquillaje de tu rubor.
Primeramente, te recomendamos que no uses producto en exceso. Si optas por el colorete en polvo aplicado con brocha, untala en el producto una sola vez y deshazte del exceso de producto con un ligero toque o un pequeño soplido antes de aplicarlo en tu rostro. Si optas por el formato en barra aplica un solo trazado, no repases lo aplicado, ni peques de hacer el trazo demasiado largo, recuerda que luego vas a difuminarlo y trabajarlo. O si en tu caso has optado por el colorete líquido o colorete en crema aplica un pequeño toque con la yema de tu dedo o el blender, más pequeño que un grano de arroz. De este modo aplicarás la cantidad necesaria sin provocar un rubor escandaloso, además de no desperdiciar producto y así alargar su vida útil.
El segundo de los trucos es que, una vez aplicado tu colorete, justo en la línea paralela, apliques un poco de polvos de sol o maquillaje en polvo un tono más subido que tu tono habitual. Realiza la misma técnica de aplicación que con el colorete. Con esto conseguirás crear profundidad, remarcando así más tu pómulo y su rubor.
Ahora cuéntanos tú, ¿Cuál es tu truco para conseguir buena cara con el colorete?